Las elecciones generales que vienen

12/03/2019
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Declaración de Anticapitalistas
 
El ciclo político abierto tras 15 M y las mareas, precedidos ambos por la huelga general, ha concluido. La tendencia ha cambiado de sentido. Aquellas movilizaciones pusieron en cuestión las consecuencias sociales de la política económica neoliberal de los gobiernos del PSOE y del PP, impugnaron el bipartidismo y crearon una grieta entre amplias capas de la sociedad y el régimen del 78. Amplios sectores de la juventud precarizada, de estudiantes y de profesionales sin futuro tomaron iniciativas, elaboraron discursos, ocuparon las calles y construyeron nuevas formaciones políticas. Durante meses apareció la posibilidad de abrir un proceso destituyente, de ruptura democrática con la pesada herencia de la Transición pactada con los herederos del franquismo, capaz de inducir nuevos procesos constituyentes. Por esa grieta también entró o se amplió la conciencia soberanista de una mayoría del pueblo catalán exigiendo la celebración de un referéndum frente a los ataques centralistas.

 
El nuevo marco político
 
Sin embargo, actualmente estamos ante una restauración reaccionaria en marcha. Los así mismos denominados “constitucionalistas” utilizan la Constitución Española en su sentido más regresivo y prepararan modificaciones de esta para cercenar aún más los derechos y libertades. La operación de la restauración reaccionaria que se ha iniciado es de gran calado, como lo es la movilización de los sectores más ultras perfectamente funcionales para el conjunto de la derecha al servicio y en coordinación con los poderes económicos. Una parte de las viejas clases medias ha reaccionado virulentamente ante las “amenazas” de los cambios democráticos, sociales y feministas que se proponían y una parte de las clases medias profesionales y urbanas se han instalado en el confort de sus privilegios, y ambos sectores han establecido una alianza “natural” con la oligarquía. Una alianza en la que los primeros se subordinan a esta minoría que rige finanzas, industria e instituciones desde la sombra.

Actualmente la agenda política y mediática la está marcando, con sus crispadas maneras y sus discursos, la derecha, la extrema derecha. Una agenda que va a suponer un retroceso aún mayor en materia de derechos laborales, sociales y democráticos. Esa reacción viene a confrontar con los avances del movimiento feminista que están en el centro de su diana. La estrategia de las élites económicas y políticas tiene varios y precisos objetivos al servicio de sus intereses y proyecto de sociedad.

Pero no es un movimiento imparable, podemos resistir y volver a avanzar, y no minusvaloremos que las fuerzas que sustentan esa orientación tienen importantes diferencias entre sí -por ejemplo, sobre la vuelta a las viejas formas tradicionales de familia, religión y moral- y, además, están sujetas a una feroz competencia por hegemonizar el proceso.

 
¿Qué quiere la única minoría peligrosa, la de los ricos?
 
Es la misma agenda que tiene Trump. La de Slim y Bannon. Es la agenda del odio de clase de la minoría de arriba contra las mayorías de abajo. Un programa sencillo y sintético:

– Atacar los salarios.

– Desfiscalizar las rentas del capital, como ya han empezado en Andalucía con la casi desaparición del Impuesto de Sucesiones y con otros actores en Aragón.

– Promover una nueva ola de privatizaciones más o menos encubiertas con las que volver a aumentar sus cuentas de resultados.

– Volver a escindir el trabajo reproductivo del productivo, excepto en aquellos casos que puedan ser negocio financiados con dinero público, relegando de nuevo a las mujeres a un plano secundario e invisible. La agenda machista del PP y Ciudadanos viene marcada por Vox, que ya ha puesto en el punto de mira a los y las empleadas públicas andaluces -el campo de experimentos- que trabajan la violencia de género, pidiendo sus datos personales.

– Sangrar a las y los trabajadores migrantes en un marco de explotación laboral indecente y, a la vez, fomentar el odio xenófobo y racista contra las personas obligadas a migrar a las que se convierte en chivo expiatorio, mientras se deja morir a miles en el Mediterráneo.

– Deshacerse de los costes y límites ambientales, en materia de agua, emisiones de CO2, protección del litoral, destrucción de la biodiversidad.

Todo ello, más allá de pronunciamientos rimbombantes, es funcional a la orientación de Davos, del FMI y del Banco Mundial, y por tanto de la Comisión Europea y del Banco Central Europeo.

 
La situación de las gentes de abajo
 
El cansancio, el descrédito de la política, la creciente sensación de inseguridad y la normalización de la precariedad son los principales enemigos actuales de las clases trabajadoras. Amplias capas soportan los efectos de la crisis desde hace más de una década y apenas han visto ninguna mejora en estos años de recuperación de la actividad económica, y en muchos casos ven que su situación vuelve a agravarse, como lo indica el repunte de desahucios que estamos viviendo, el aumento de los precios de la electricidad y el estancamiento de la masa salarial en los niveles del inicio de la crisis.

Mientras tanto, contemplamos el crecimiento de la economía basado en la concentración de riqueza en pocas manos mientras se dispara la deuda soberana, el aumento de las ganancias empresariales, el escandaloso incremento de los beneficios millonarios de una banca rescatada que despide y desahucia, el mantenimiento de la desigualdad laboral entre hombres y mujeres, la explotación salvaje de la población migrante, la pérdida de derechos sindicales y colectivos y nuevas agresiones contra el clima y el medio ambiente de un modelo productivo.

Han sido años de movilizaciones masivas, de mareas, de toma de plazas, de marchas, de madrugadas en las puertas de centros de trabajo para parar despidos, de cordones de vecinos y vecinas para impedir desahucios, y de un largo etcétera de resistencias. El no conseguir medidas importantes para que las condiciones de vida de la mayoría, los derechos democráticos, sociales y ambientales, se pongan en el centro, ha desmoralizado a una parte importante de las clases populares que llegan a normalizar la precariedad y el retroceso en derechos. Pero ello no es casual, hay una operación política, económica y mediática para normalizar esa situación, para extender la idea del “No se puede”.

 
Donde hubo fuego quedan brasas
 
Pero también sabemos que no se han disipado todas las ilusiones y solidaridades construidas. Sabemos que los de arriba no quieren dar tregua alguna pero que no pueden llevar a cabo un ajuste tranquilo porque no pueden ni quieren conceder ningún tipo de derechos, y que, frente a esa cruda realidad es posible crear nuevas resistencias. Por eso para Anticapitalistas la principal tarea ante el próximo ciclo electoral es la de preparar el terreno social desde el que volver a acumular victorias para los y las de abajo, y para ello es imprescindible impulsar la creatividad, solidaridad, tejido organizativo del movimiento.

Eso no significa renunciar a lucha por obtener posiciones institucionales; pero a estas alturas y con la crisis que atraviesan lo que metafórica y ambiguamente se denominaron las “fuerzas del cambio”, las posibilidades se presentan más difíciles. Ni Podemos, ni Unid@s Podemos, ni las confluencias en Galicia y Cataluña se presentan con un proyecto claro e ilusionante y están mostrando graves disensiones internas cuando no están sumidas en rápidos procesos de desagregación.

Después del panorama que nos han dejado Vistalegre I y Vistalegre II, quedaron claras dos cuestiones: 1) que una fuerza política o es pluralista y democrática o está abocada a repetir los errores de las viejas fuerzas políticas con la imposición de caudillismos que impiden la configuración de una dirección democrática colectiva; 2) que la hibridación entre el acumulado social y el poder institucional no pasaba por construir una maquinaria de burócratas, intrigas internas y políticas del espectáculo, sino por construir un entramado de Poder Popular.

Nadie afirmó que fuera tarea fácil, porque la batalla va a ser larga, y dura, y requerirá de mucha gente, contra una clase dominante armada hasta los dientes y con extraordinaria comprensión de los ritmos políticos para guardar sus privilegios. El bloque hegemónico burgués muestra una gran solidez, el bloque contrahegemónico popular está por construir.

Frente a la estrategia de la oligarquía deberemos oponer una estrategia alternativa y antagónica capaz de levantar un bloque social y político capaz de hacerle frente. Una estrategia basada en los intereses de la mayoría social trabajadora que prefigure un modelo de sociedad igualitaria, ecológica, solidaria y justa; un proyecto democrático basado en la soberanía popular.

Ello implica asumir la necesidad de acabar con el capitalismo y el patriarcado partiendo de las necesidades concretas de la mayoría social, de sus problemas y aspiraciones, de sus luchas y reivindicaciones, de su grado de conciencia política para impulsar procesos y experiencias que permitan el avance de esta en su conformación como sujeto político capaz de impulsar el autogobierno.

 
El 28 de abril del PSOE
 
La convocatoria anticipada de elecciones por parte de Pedro Sánchez es síntoma y producto de la incapacidad del gobierno socialista para ofrecer soluciones a los problemas de la mayoría social y ni siquiera poder cumplir todas las más que modestas y ambiguas promesas de mejora. Incapacidad que se ha evidenciado en el borrador de Presupuestos Generales del Estado, calificados por el partido socialista y sus socios de forma estrambótica como “los más sociales de la historia”, cuando sus cuentas aceptan y se someten al dictado austeritario de la Comisión Europea.

Por ello, se han desatendido las promesas realizadas a sindicatos y otras organizaciones sociales e importantes cuestiones han quedado en el limbo: revertir las reformas laborales, solucionar el problema de desahucios y alquileres, embridar los precios de la energía, adoptar medidas efectivas a favor de las mujeres con el objetivo de la igualdad laboral, crear empleo de calidad y, muy particularmente, dar satisfacción a las aspiraciones soberanistas. Bien al contrario, en este último tema, el PSOE ha mostrado su dura cara nacionalista españolista en competencia con la derecha, no ha mostrado la mínima solidaridad con los presos políticos sometidos a un juicio farsa y ha reforzado la idea de la petrificación de la Constitución como garante de una unidad impuesta por encima de la voluntad de un amplio sector de la sociedad catalana. El PSOE vuelve a jugar el papel de principal valedor del régimen del 78.

Por ello resulta indecente la culpabilización que se hace a los partidos nacionalistas catalanes de la inviabilidad de seguir gobernando por no haber aprobado la propuesta de Presupuestos Generales del Estado, cuando Pedro Sánchez y algunos de sus ministros se han llenado la boca de asegurar que cubrirían toda la legislatura, incluyendo la posibilidad de la prórroga de los presupuestos heredados. Como resulta oportunista el despliegue de medidas de última hora del gobierno en funciones cuya única finalidad es electoralista.

El PSOE ha logrado en este último periodo volver a camuflarse como partido de izquierdas, volver a confinar -frente al avance de la extrema derecha- el conflicto electoral al eje izquierda-derecha, ocultando la contradicción de las y los de abajo contra los de arriba, de la mayoría social contra los ricos. Con ello, pretende evitar que el debate de fondo de las soluciones a los problemas que nos aquejan aborde cuestiones vitales como la actitud ante la política neoliberal de la Unión Europea. La primera consecuencia de ello es reforzar la imagen del PSOE como partido útil para el pueblo, tapando su naturaleza socio liberal.

 
¿Qué hacer el 28 de abril?
 
No se trata de acudir nuevamente a las elecciones con el mismo repertorio discursivo y mucho menos con el victimismo con el que la dirección de Podemos se presenta. Es preciso elaborar nuevos discursos, pero, sobre todo, nuevas estrategias políticas de calado capaces de reorganizar las filas populares, dotarles de instrumentos de lucha y generar nuevas ilusiones en pos de un proyecto de sociedad soberana. De nada valen golpes de efecto sensacionalistas y vacíos de contenido basados en una errática política de comunicación, como se ha plasmado en el cartel de la vuelta a la actividad pública de Iglesias. De nada vale confiar la recuperación a la actividad del líder carismático sin proyecto estratégico ni propuesta de sociedad.

Si no hay mayoría de las derechas -cosa no descartable todavía- creemos que el equipo de Pablo Iglesias, dado que no ha conseguido despegarse del PSOE, a pesar de su reciente retórica conflictiva, se verá ante un triste dilema frente a un gobierno de mayoría sanchista que aplicará las recetas liberales bien en un gobierno con Rivera, bien en un gobierno de coalición con un Podemos sumamente debilitado con un papel de socio menor.

Haber arrancado la subida del Salario Mínimo Interprofesional ha sido obra de Unid@s Podemos y sus confluencias, pero toda la estrategia de defender unos presupuestos rebajados en relación con el pacto que anteriormente se había alcanzado ha generado en el imaginario de la sociedad una idea errónea sobre la capacidad que tiene el PSOE en construir un escudo social. De hecho, con su táctica, Podemos ha otorgado el título de “fuerza del cambio” al partido social liberal que hace nada formaba parte de la casta. Cuando ni siquiera se ha reformado el mercado laboral, aunque fuera por Decreto Ley, ni ha intentado poner coto a la burbuja del alquiler que se lleva el poder adquisitivo de los salarios por medio. Lo que unido al reiterado anuncio de la voluntad de cogobernar con el PSOE casi a cualquier costa como si fuera la panacea mágica de los males que nos aquejan, ha atado a Podemos al destino del PSOE frente al que no aparece como alternativa sino como socio menor. Esta estrategia se ha mostrado equivocada, ha supuesto la relegación de Podemos a muleta del PSOE. Eso no se soluciona con el último giro improvisado tras la convocatoria de elecciones preñado de reproches al PSOE que, por otra parte, es nuevo factor de despiste del electorado.

Todo ello le puede costar muy caro a Unid@s Podemos, pues la presión a favor del voto útil al PSOE está servida. Se repite de nuevo la vieja historia del abrazo del oso que supuso verdaderas debacles para otros partidos de izquierda. Podemos ha encumbrado a Sánchez y ha allanado el camino a un gobierno de nuevo antisocial, pese a las retóricas de precampaña, sin poner las claves para un ciclo de movilización social que presionara a llevar a cabo las reformas necesarias para proteger a la mayoría social y el medio ambiente.

Comprendemos que haya sectores sociales y de activistas que ante lo anterior y en plena decepción se plieguen a la abstención. Pero no somos neutrales ni nos es indiferente el resultado electoral. Pese a que la dirección de Podemos de forma antidemocrática y sectaria impuso unas listas estrictamente fieles a sí misma con total ausencia de pluralidad, lo que supuso la marginación de otras voces, entre otras la nuestra, y pese a las carencias de las posiciones de los partidos de izquierda, Anticapitalistas apoyará las candidaturas que supongan un freno a la ofensiva neoliberal reaccionaria, dibujando alianzas con sectores sociales desde donde comenzar el contraataque. Apoyaremos críticamente las listas para el 28 de abril de Unid@s Podemos y de aquellas de las confluencias en Galicia y Cataluña -que pueden adolecer de problemas similares a los planteados- que se pongan en pie, pero no participaremos de ellas como ya anunciamos.

Una primera ocasión para poner en pie esta estrategia de recomposición a partir de las luchas es la ejemplar movilización del movimiento feminista el 8 de marzo. No existe atajo, la magia del discurso no puede sustituir el papel estratégico de la acción y la organización popular. La acción política y electoral debe incardinarse en las mismas.

 
Y después del 28 de abril
 
El declive y crisis de las llamadas fuerzas del cambio, tanto Podemos como las confluencias, ha tenido y tiene ritmos y formas desiguales en los diversos territorios. Su situación, por tanto, también es diferente. En algunos casos no existe ni atisbo de vida militante y democrática, en otros sí porque la dirección en esas organizaciones ha trabajo por ello. En algunos casos continúan planteando propuestas favorables para la mayoría social, pero en la mayor parte de las situaciones se han convertido en fuerzas asimiladas al sistema dada su vocación gobernista. Pero en general -y particularmente en la dimensión estatal- han perdido capacidad de iniciativa política, peso en la agenda e ilusión entre sus gentes, lo que es más grave que las previsiones demoscópicas sobre las futuras confrontaciones electorales. En resumen, han perdido el aliento del 15 M que auguraba que iban a tener una capacidad de transformación radical en clave social y democrática. Han perdido el papel de fuerzas del cambio.

Durante el último año, son bastantes las y los militantes de Anticapitalistas que en algunos territorios han ido reduciendo su presencia en un Podemos agotado por dentro -y en algunos lugares en abierta descomposición como es el caso de Madrid, donde se hace imposible participar- para ir construyendo simultáneamente otros espacios sociales y políticos desde los que ensayar esa idea de complementar mejor lo social y lo institucional.

En las elecciones europeas nuestro objetivo es contribuir a que la lista de Unid@s Podemos se dote de un programa contra la austeridad impuesta por los Tratados de la Unión Europea y la disciplina del euro y del Banco Central Europeo que cercenan la soberanía popular. No somos ingenuos, hay poco tiempo y poco margen, dados los marcos en los que se construyó esta lista que, al menos, se formó con un criterio algo más pluralista que la lista para las generales. Pese a las dificultades trataremos de impulsar un debate serio sobre desobedecer las normas y las imposiciones de los Tratados que resulten desfavorables a los pueblos a través de nuestros candidatos y candidatas. Un ejercicio de rearme político y de pedagogía política necesaria ante una UE irreformable y construida para las élites políticas y económicas.

En las elecciones autonómicas y municipales estamos intentando construir listas sin exclusiones, contando con la participación de todos los actores políticos, incluyendo, por supuesto a Anticapitalistas, que pudieran dar ese perfil tan necesario de oxigenación del espacio antirrégimen, pegadas al terreno, a las realidades territoriales, a los problemas de las gentes y aplicando una metodología de Unidad popular que permita la construcción de opciones pluralistas de izquierda, mediante la realización de primarias conjuntas democráticas y proporcionales, la elaboración participativa de las propuestas programáticas y la adquisición de compromisos de comportamiento ético de las personas elegidas que aseguren su control por quienes les apoyan y eviten su anquilosamiento y burocratización.

Según avancen las experiencias en curso nos pronunciaremos de nuevo con la intención de fortalecerlas. Mientras tanto, recordemos: la suerte no está echada. Depende de nuestra actuación. Es el momento de impulsar formaciones democráticas y colectivas. Es el momento de llenar de contenido las propuestas útiles para la mayoría social. Es el momento de establecer diseños estratégicos más sólidos. Es el momento de volver a empezar, de levantarnos y actuar aprendiendo de la experiencia vivida.

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