Rocco y Trump se dan la mano

06/02/2017
Publicado por

fascismo21

by Asmodeo

Hay tres cosas que me han asombrado en los últimos tiempos desde mi segundo advenir al interesante mundo de la política. La más reciente el eco que ha tenido en algunos ilustrados de la izquierda radical un clásico artículo derrotista destinado  a rebajar la moral, en el sentido amplio del término.

La primera fue el apoyo que gente supuestamente de izquierdas y con los mismos argumentos que la ultraderecha han dado a la dictadura de Assad  y a cualquiera otra que supuestamente, y subrayo el supuestamente, se opusiera a los también supuestos intereses de los Estados Unidos. Sobre esto se ha escrito tanto  -el campismo, los rancios ecos nostálgicos de la guerra fría, el pensamiento binario- y de forma tan extensa y calificada que no me voy a extender.

El segundo objeto de mi asombro ha sido el chocante apoyo –que curiosamente ha llegado por parte de los mismos que apoyaban a esas viejas dictaduras- a la figura de un protofascista como Trump. Por el mismo motivo: porque se supone que contiene los intereses imperiales de los USA. Caso curioso que roza lo tragicómico  ha sido el mensaje conciliador de Nicolás Maduro. El pobre hombre no se da cuenta que por mucho que remitiera la intervención como gendarme imperial de los Estados Unidos eso llevará aparejado un aumento de esa intervención en lo que siempre ha considerado su patio trasero: Latinoamérica.

Y tercero, el sentimiento de culpa que han arrastrado  las buenas gentes de izquierdas por el pretendido apoyo que ha recibido Trump de una figura mítica y casi extinta: los honrados obreros metalúrgicos y asimilados. No cabe duda, si Rocco ha votado a Trump algo hemos hecho mal. Por idéntica razón, si  la ultraderecha amenaza en Europa no es porque la socialdemocracia identificada con la izquierda haya culminado un camino de renuncia y traiciones y su mensaje haya terminado vacuo y gastado, es porque nosotros hemos comunicado mal, hemos apoyado causas que nos separaban de los intereses de Rocco y del pueblo llano.

Para algunos que viven en la postpolítica el problema ha sido que no hemos respetado el racismo, la insolidaridad, el digno paletismo de Rocco y de su hijo que trabaja en una hamburguesería. Rocco entiende que los que protestan contra la xenofobia no han protestado lo suficiente cuando él se ha quedado sin empleo, ni han ido a hacerlo a la puerta de la hamburguesería de su hijo para que le eleven su mísero salario. Si lo hubieran hecho él tendría trabajo y su hijo un sueldo digno. A todo esto hay un problema, Rocco además de ser mala persona y tener la solidaridad de una mantis es tonto. De ese tipo de tonto que amamanta de forma entregada su furiosa ignorancia.

Rocco debería saber que el sueldo de su hijo es bajo para él pero también para todos los que trabajan en la cadena de hamburgueserías, y que las protestas para mejorar los salarios se tiene que hacer agrupando a cuantos más trabajadores mejor. Pero Rocco ha sido educado en el pensamiento individualista y Rocco nunca se ha sindicado ni ha acudido a ninguna reunión. Ahora está enfermo y se revuelve furioso contra los que protestan contra la pobreza energética porque él puede pagar la luz, por ahora, pero no puede pagar medicamentos.  Rocco debería saber que la mayoría de quienes se manifiestan por los derechos LGTB también se manifiestan contra los ERE´s fraudulentos que han dejado sin trabajo a él y a sus hermanos. Por cierto, su hijo no llegara hoy a casa. Resulta que está en el hospital, le han dado una paliza por ser gay.

Lo sorprendente de este tipo de mensajes de renuncias a la solidaridad, que apelan al mínimo común denominador, es que hayan sido aceptados –al menos sus argumentos les parecen dignos de consideración- por cierto sector izquierdista confundido ante el auge en Europa de la derecha más reaccionaria.  Su conclusión sería la aceptación del fracaso, de la derrota sin paliativos de las propuestas de cambio y justicia social “No podemos cambiar la realidad, cambiemos nosotros” Ya que de lo que se trata es de mero marketing electoral, de que nos voten, adaptémonos en una línea de menor resistencia al sentido común dominante.

Sin embargo es cierto que apuntan un problema grave: el aumento de la influencia electoral de la ultraderecha. No creo que la solución sea minorar la solidaridad hacia las minorías sino radicalizar el discurso sin complejos, en eso sí que tenemos que aprender de la ultraderecha. Hay que denunciar sin tapujos a las instituciones, a los que viven de ellas y a su labor de sicarios de su verdadero amo: el capital. Nuestra labor de denuncia de esa santa alianza del PPSOE no debe amainar. Las instituciones del 78 no deben merecernos ningún respeto. Ni sus parlamentos, ni sus gobiernos ni sus jueces. No podemos consentir que nos arrebaten el mérito de la denuncia.

No podemos ceder al paletismo ni a la falsa conciencia de las victimas del capital por muy victimas que sea. Nuestra primera labor ha de ser precisamente que tomen conciencia de quienes son los causantes de sus males. Eso no nos coloca en ninguna posición de superioridad y desde luego no parece que sea la mejor táctica acercarse a alguien que te quieres ganar llamándole imbécil. Pero nuestras propuestas son válidas, siguen siendo válidas. Tendremos que acertar con las consignas, con su expresión y su jerarquización combinándolas con luchas como el apoyo a los antifascistas detenidos o a los que ocupan fabricas para evitar su deslocalización, o el apoyo a las huelgas como la de los trabajadores de telemarketing. Hoy como ayer los hechos siempre han superado a las palabras.

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