La Historia no está con nosotras (El Estado Islámico)

28/02/2017
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Publicado en AraInfo.org | Mariano Alfonso
 
Quien piense que el Yihadismo, el Estado Islámico, el Creacionismo, las nuevas iglesias evangélicas o el mismo “fenómeno Trump” son fenómenos ahistóricos, residuos del pasado, medievales y toda la demás categorización escandalizada de las bienpensantes mentes del pueblo progresista está muy equivocado, es más, creo que ha entendido muy poco desde 1919 hasta aquí.

Al igual que el Fascismo de entreguerras, la Yihad y el Creacionismo son fenómenos modernos, históricamente determinados, debería más bien decir contemporáneos, posmodernos o actuales, son respuestas coherentes por una lado a una sociedad del espectáculo, de la imagen y de la inmediatez de la RED, que utilizan con gran destreza, de un modo similar al que el nazismo uso la propaganda y el cine, y ya en el poder, la burocracia y la organización fabril fordista con la misma perspicacia y efectividad para el exterminio que para la producción y, por el otro, al fracaso del propio Progresismo asociado a las luces de la Ilustración. Un progresismo que ya criticó W. Benjamin como el mayor enemigo de los de abajo, embarcados entonces en la resistencia al ascenso de los fascismos de entreguerras. Un progresismo que promete la felicidad y una transición tranquila hacia ella, sin rupturas, ni dislocaciones o acelerones, una emancipación que caerá como una fruta madura de la “lógica histórica”. Un santo advenimiento que, a la postre, se transformó en un pacto de clases, en el que ya no había espacio ni tan siquiera para la llegada del Mesías o para el trabajo de una humanidad dolida constituyendo y provocando su llegada. El pacto entre Progresismo y la Oligarquía en los “años dorados” (40-60), fue en el que intercambiábamos la emancipación, la felicidad y la autorrealización por la vida vacía, sin lugar y sin historia de la “clase media” en las urbanizaciones suburbiales o como decían los situacionistas “un mundo donde la garantía de no morir de hambre equivale al riesgo de morir de aburrimiento” y está claro que ese pacto ya no es posible. Paradójicamente cuando este “paraíso en la tierra” se constituía para sectores muy determinados de la población asalariada europea y norteamericana… ya estábamos, desde hace tiempo, contemplando la historia no desde su final, sino desde el “centro de la catástrofe”, encaramados con los socialdemócratas (que eran ya idénticos a ese pacto) al montón de escombros que deja en la Historia el “continuo desfile de la victoria de los dominadores” (Benjamin). Ese pacto se rompió como es sabido “desde arriba” a partir de los 80s con la irrupción del neoliberalismo y hasta ahora.

La falta de un proyecto colectivo en Occidente a devenido en nihilismo religioso allí donde el progresismo se ha enfrentado de manera más dramática a su imposibilidad de realizarse en “nuestro oriente y nuestro sur” y con una población global que se enfrenta a ese fracaso en condiciones de supervivencia, con unos regímenes dominados todos por la corrupción, el nepotismo y en un marco capitalista actual con muy pocos excedentes que gestionar (el capitalismo hoy solo puede generar globalmente burbujas de deuda). Regímenes endeudaos (como todos) y subalternos de las recetas neoliberales del FMI o el BM por mucho apellido popular o socialista que tengan, con una frágil cáscara menguante de políticas socializantes, que eran las que los mantenían en una cierta perspectiva de cohesión social y de meritocracia, y esa fragilidad, es la que los movimientos tectónicos de las crisis del 2008 han terminado por hacer añicos dejando a la vista su naturaleza despótica en todo el Mediterráneo. Despotismo que hoy, salvo excepciones, se refugia detrás de la Geopolítica y la llamada a salvar la Patria para sobrevivir en un contexto de guerra ínterimperialista.

La izquierda europea, los sindicatos, los MMSS son incapaces, todavía a día de hoy, de articular el futuro, de organizar la esperanza o lo que es lo mismo: la emancipación humana. La promesa de felicidad que llevaba incrustada la modernidad, el progreso y la ilustración: envejeció y se oxidó con las dos guerras mundiales, el fascismo y el estalinismo. La Historia avanza pero “por el lado malo” (Marx). Esa esperanza, ese sueño de felicidad para las de abajo en esta tercera fase del capitalismo: el tardocapitalismo, ha terminado por desprenderse por completo del frontispicio de la política occidental y de su articulación institucional. Ya no hay pacto social posible. Hoy vivimos el capitalismo más puro y más rampante de toda su historia. el que entrevió Marx. Un capitalismo que, en su lógica mercantil, va a devorar y disolver las instituciones políticas que el mismo ayudo a crear o a afianzar como nos indican los TTIP, CETA y demás tratados. La democracia sobra y su dominio tiende a reducirse mientras que –paradójicamente- se multiplican los procesos electorales y plebiscitarios en todo el mundo.

Las radicalizaciones y las conversiones “express” al Yihadismo que tanto asustan ¿No estarán provocadas por la frustración que provoca la experiencia concreta de la vida suburbial, anómica, sin futuro y desubicada de Europa? ¿Qué pensar o que hacer en una sociedad a la que es imposible pertenecer? Y no (solo) por razones culturales, si no también, por un proceso de racialización de la mano de obra expulsada del trabajo asalariado por el proceso de valorización del capital, eso sin tener en cuenta el hostigamiento xenófobo de baja y alta intensidad y la propia desvertebración social y política de las clases populares europeas como hemos dicho incapaces de generar alternativas universales en las que encuadrar a esta “nueva humanidad”.

El Estado Islámico, el más moderno y acabado de los radicalismo religiosos, no es un movimiento nutrido fundamentalmente por Jeques, Mulás y por elementos tribales, conservadores religiosos, “medievales” que se oponen a una sociedad “moderna”, sus combatientes provienen más bien del los márgenes del sistema, del subproletariado, de jóvenes que han intentado sobrevivir en la catástrofe social emergente tras el impacto del neoliberalismo y las recetas del FMI, tanto en los suburbios europeos como en las ciudades del medio oriente, en donde, como he explicado, ha fracasado la modernización y en donde se ha reprimido brutalmente a los movimientos democráticos de la Primavera Árabe, única alternativa humanizadora real hasta la fecha: Son, por el contrario, jóvenes de una débil o nula religiosidad previa, y que, precisamente por eso, tienen un acercamiento muy emocional al Islam.

Algunas cuestiones materiales pueden venir a aportar algo de luz a este proceso de globalización de la barbarie

En primer lugar hay una tendencia generalizada, bajo la forma actual de capitalismo, de automatización y robotización de la producción y la distribución y, al tiempo, el agotamiento de la creación de trabajo humano por parte de un capitalismo que ya ha alcanzado prácticamente todos los lugares del globo. Por primera vez el proceso de automatización, de mayor productividad, de mayor “racionalización” que han supuesto las últimas revoluciones informáticas no han supuesto –al mismo tiempo- el relanzamiento de nuevos sectores de la producción, nuevas industrias que vengan a suplir el trabajo humano que se expulsa de los sectores automatizados. Las fuerzas productivas “rompen las cadenas de las relaciones producción” (Marx) y el capital alcanza un “limite interno” (Kurz) de su capacidad de desarrollo. El capitalismo produce, por decirlo así, no ya un ejercito de reserva, sino una humanidad superflua a escala global (Tomasz Konicz). Regiones enteras del globo han adquirido ese carácter de “superfluas” para la acumulación de capital.

Los individuos que pasan a formar parte de las filas tanto de la extrema derecha tanto europea, estadounidense o del Estado Islámico tienen en común que sienten el impacto tanto material como simbólico de este proceso y, de algún modo, comprenden que su futuro y probablemente el de sus hijos ya no es relevante en el proceso de acumulación capitalista (que por otra parte opera en el vacío), y que, ya no es tenido en cuenta por esa élite globalizada que impulsa nuevas desregulaciones, automatizaciones y formas sociales, y que, se enriquece cada vez más en un capitalismo que produce menos riqueza real y más dinero ficticio (dinero ficticio pero que es muy real mientras la burbuja aguanta).

El Estado Islámico (EI) es, en este contexto, un subproducto de este colapso social económico que esta suponiendo esta última fase del tardo capitalismo en casi todo el planeta (Konicz) y sobre todo para las de abajo, como es lógico, el Estado Islámico es también un reflejo de la realidad social y de la organización del tardocapitalismo y de su impacto en esa zona del mundo, se desarrolla y se organiza de un modo muy mundano. En cierto modo, es un negativo de una empresa trasnacional actual: “Es una eficiente maquina de hacer dinero”; produce una “corriente continua de flujos de dinero”: “ese el grupo terrorista más rico conocido hasta la fecha” (Analistas de Bloomberg).

La tendencia del núcleo irracional que es implícita a la lógica capitalista que es incapaz de regularse y de resolver sus crisis mas que con nuevas burbujas y que lo lleva a su autodestrucción, en este negativo del capitalismo que es el Estado Islámico, se vuelve explicita y compite, al mismo tiempo, por un producto de ese irracionalismo y lo vuelve a colocar en la escena histórica: “la humanidad superflua” (Konicz).

Siendo el Estado Islámico una eficiente maquina de captar dinero y recursos (también con “Partners” como Arabia Saudí y las monarquías del Golfo) le resulta muy fácil ofrecer un futuro dentro de sus filas y por unos cientos de dólares al mes (con un presupuesto de 425 millones de dólares puede pagar unos 60.000 combatientes a 600 dólares mensuales, calcula el Washington Post), es fácil pensar pues, cual será la elección tomarán los jóvenes de aquella zona masacrada durante decenios, y también, la de aquellos que han venido aquí y han sido rechazados y por la islamofobia, la preferencia nacional etc… No consiguen formar parte de esta sociedad como contaba más arriba.

Hipótesis y Fin

Así pues el yihadismo “posmoderno” y su expresión mas acabada: el Estado Islámico, son en parte producto de la crisis del capitalismo financiarizado de las últimas décadas en las condiciones concretas de fracaso de una modernización capitalista acelerada (debía hacer en décadas un trabajo de siglos) en esa región y del dramático retroceso en las políticas de redistribución de la riqueza que tímidamente habían empezado los regimenes Baas y nacionalismo varios árabes. Este fracaso está agravado por las crisis geopolíticas y la “guerra ínterimperialista eterna” que cabalga sobre estas condiciones, agravándolas en esa zona tan sensible geopolíticamente, y trajo consigo la pauperización de millones de personas. Al final muchos de estos Regímenes saltaron en añicos, al no ser capaces de levantar verdaderas alternativas al modo de acumulación capitalista que ofrecieran una verdadera resistencia al neoliberalismo. En realidad, sólo supusieron estos “socialismos” una etapa en su modernización capitalista, de su “desarrollo” y el de la creación de las nuevas elites o burguesías nacionales (Argelia, Libia Siria)… El despotismo, la burocratización, el nepotismo, la corrupción (tanto económica como “moral) y la crueldad de los regímenes hacia las parte mas dinámicas y creativas de sus sociedades, que fueron las abrieron una puerta a la esperanza con reivindicaciones sociales y democráticas impulsadas desde abajo en las plazas como Tahir, hicieron que, al tiempo que naufragaban las revoluciones árabes (hay mucho que hablar sobre eso), se cuarteaba la cohesión social que mantenían esos regímenes y esas sociedades, y en ese paisaje devastado, en ese fracaso social, diversos yihadismos se alimentaron subvirtiendo la esperanza árabe de las revoluciones árabes en miedo y el nihilismo de la radicalización de un sentido común hegemónico en esa sociedad (basado en un relato identitario/religioso de pertenencia) que ofrece un refugio y ¡¡un sueldo!! Frente a la incertidumbre y la desesperanza hacia donde les empujan la lógica del beneficio y la ceguera de los progresistas.
 

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