Reflexión de la desesperanza en la lucha por la educación.

14/12/2014
Publicado por

Discurso

Iliana melero

 

Acabo de leer un artículo de politikon sobre el perfil de votantes-simpatizantes de Podemos, y efectivamente el sector universitario es un nicho electoral.

Ahora bien, voy a hablar sin datos en la mano, desde mi experiencia y visión algo pesimista, generalizando los casos particulares que he podido ver. Una cosa es simpatizar por ver la tele y leerlo en internet, y haber podido ir a votar o responder A o B en una encuesta, y otra tener la voluntad de movilizarse (qué te voy a contar…). Creo que el sector universitario está totalmente desarticulado en ese sentido, y el que no lo está, está inserto en mecanismos de partido anquilosados (PCE, PSOE, etc).

Otra distinción: movilizarse per se (porque lo requiere la situación en general), y movilizarse por la educación. El primer motivo es más fácil que sea movilizante (hay abundantes razones), el segundo es un lema bonito y vacío.

Cuando digo «la universidad me parece una broma» tiene más calado de lo que puede entenderse. La educación que hemos recibido tiene una calidad bajísima. Aquí de nuevo varía la experiencia de cada uno (depende de centros, y dentro de los cuales de profesores, y después de universidades, y dentro de las cuales de facultades y de profesores). Pero creo que la generalidad de esta afirmación no es del todo ilegítima: los planes de educación que daban coherencia a nuestra formación variaron mil veces, la psicopedagogía de fondo creo que es nefasta, hemos sido educados en el miedo y la represión (salvo raras excepciones por profesores críticos y brillantes) al partir de la cultura judeo-cristiana y al tener una dictadura reciente, a veces cuesta diferenciar un cuartel militar de una clase.

Se nos presupone incompetentes y delincuentes y desde ahí se parte, se presupone en general un nivel educacional bajo y por lo tanto no se exige (lo socialmente aceptado es no esforzarse). El nivel de los propios profesores a veces es bajo de por sí (como en las asignaturas de idiomas) o lo son sus dotes pedagógicas. No sólo en los institutos, que cada vez me parecen más casas de locos. Cómo no vamos a tener todos patologías -poniéndome freudiana- si nos vemos obligadxs a pasar por ese filtro.

También en la universidad, que está plagada de expertos vendedores de humo: investigadores que tratan de escurrir el bulto de la forma menos denunciable posible durante las horas lectivas, porque en realidad sólo les importa su tema de investigación, o ni eso.

A los estudiantes en general les importa más salir de fiesta que exprimir la oportunidad de aprendizaje, o memorizar para pasar exámenes (porque lo triste del método pedagógico es eso: que nos educan para resolver exámenes, no para nada más) o para seguir despempeñando el rol de buen estudiante que se han forjado (los cuales suelen ser muy individualistas y buenos soldados, jamás reivindicaran nada). Pero no el saber por el saber, eso es inútil. »

¿Para qué estudias a Platón?
¿Se construyen aviones con eso?
¿Se busca a empleados con un perfil de sabios?»

Si a ese clima de desmotivación absoluta, de ausencia de norte, de falta de madurez, le sumas la desaparición de becas y el casi nulo horizonte laboral (facilitado por estudios) hace que el ámbito académico (burocratizado hasta el infinito, ya ni siquiera la labor de investigador sea estimulante. Porque hay que plegarse a publicaciones con una periodicidad tan corta que no da tiempo a digerir bien lo investigado, sólo importa producir mucho, aunque no se diga nada) sea una pantomima esperpéntica, una broma de mal gusto, algo vacío, algo absurdo en un sentido existencialista.

Por eso yo, personalmente, no sé qué reivindicar. ¿Derogar la ley actual? ¿Y qué ponemos en su lugar?

Necesito propuestas claras antesde seguir gritando «No, no, destruyamos, opongámonos» en las calles,entre otros ecos que resuenan vacío, entre más transeúntes sin norte.¿Que despidan a un ministro? Sólo es una cabeza de turco, una marioneta. ¿Que aumenten las becas? No es un pilar fundamental, se fomentaría que más gente accediera a esta maquinaria burocrática que entrega títulos a cambio de entretenerte unos años, a producir tesis que rara vez se materializarán en algo que arañe al mundo.

No está ahí la batalla. Es necesario un cambio más profundo. Fomentarel empleo, para volver a tener horizontes de sentido, volver a ser «alguien» (según la noción de identidad que fabrica esta sociedad. Un parado no es nadie. «¿Tú a qué te dedicas?» «A nada»), cambiar la noción de educación en su sentido más profundo.

¿Eso se hace en asambleas de Marea Verde? ¿En sindicatos estudiantiles? ¿En manifestaciones o actos esporádicos?

Creo que requiere de una reflexión demasiado profunda como para que el formato deliberativo de la asamblea (copado por partidos y sindicatos viejos y por un paralizante y cegador sentimiento de derrota) de pie a ello. Los sindicatos de estudiantes son la raya que corta el horizonte del absurdo universitario. Las manifestaciones, gritos de una canción sin armonía.

No creo que ese tipo de formatos puedan hacer algo por la educación. Quizás me equivoco. Pero lo que sé seguro es que yo ya no pertenezco a ese horizonte, aunque me encuentre este año estudiando un máster. O más bien: consumiendo humo a cambio de 3000 euros, para después volver al paro con un currículum algo más bonito.

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